El curioso enigma de los Pleriones
Imaginemos a una
estrella súper masiva que está llegando al final de su vida, donde las
fuerzas que equilibran su estructura estelar comienzan a variar.
La presión que
ejerce el proceso atómico de su núcleo, convirtiendo el gas de hidrógeno
en helio, comienza a perder intensidad y se ve superado por su propia
gravedad que va colapsando a la estrella sobre sí misma, haciendo que finalmente
estalle como una súpernova, brillando más que 100 mil soles.
Representación artística de una estrella SúperNova. Fuente: www.arquehistoria.com |
Su núcleo
seguirá colapsándose sobre sí mismo, de tal manera que fusione los
protones y electrones de los átomos de helio, creando lo que será finalmente
una estrella de neutrones, por lo cual, y en base al principio de
repulsión cuántica de Pauli, las partículas que son idénticas
crean una fuerza similar a la ejercida por dos imanes que se repelen cuando tratamos de unirlos por el mismo polo, lanzado chorros de energía al espacio
desde los puntos magnéticos opuestos de la pequeña estrella de neutrones,
mientras rota sobre su eje a 5 o 6 revoluciones por segundo.
A este cuerpo celeste se le conoce como un Púlsar.
A este cuerpo celeste se le conoce como un Púlsar.
Gráfico de la composición interna de una estrella de neutrones. Fuente: www.wikipedia.com |
¿Como sonaría un Púlsar, si lo escuchamos a través de un Radiotelescopio?
Dichas
partículas, cuya velocidad se ve aumentada por la energía de
rotación del propio púlsar, acelerándolas hasta llegar casi a la
velocidad de la luz, crean un “viento” capaz de arrastrar a las
capas de gas y materia lanzadas al espacio por la tremenda explosión
de la supernova.
Este viendo crea
una nebulosa conocida como “nebulosa de viento de Púlsar” ó
Plerión.
El radio de
expansión de las partículas es radial, y todas van cargadas con el
mismo nivel de energía, pero que al ir desplazándose y chocando con
las nubes de gas, se crea un proceso conocido como “ley de
potencias”, que hace que se dividan las ondas de emisión de
energía dependiendo de la cantidad de gas y materia que vayan
encontrado en su trayectoria, siendo en ese momento cuando emiten una
gran cantidad de radiación, que puede ser detectada mediante los
radiotelescopios que buscan emisiones de rayos Gamma. Si se detectan
este tipo de emisiones en una nebulosa creada a partir de una
estrella supernova, podremos decir que estamos detectando la
presencia de un Plerión estelar.
Si quisiéramos
profundizar más en la física de estas partículas, podríamos
definir su proceso de choque con la materia como un sincrotón,
generado por el campo magnético de las partículas cargadas que se
desplazan a velocidades relativistas, cercanas a la velocidad de la
luz, y que pueden generar emisiones superiores a los rayos X, aparte de la
radiación Gamma.
Al observar una de estas nebulosas (un buen ejemplo es M-1, la
nebulosa del cangrejo en la constelación de Tauro, cuya luz de la
Supernova que la creó llegó a la Tierra en el año 1054 d.C.), se
puede apreciar que denotan un brillo que se acentúa cuanto más nos
vamos acercando al núcleo de irradiación, es decir, el Púlsar,
ayudándonos a conocer mejor la interacción de las partículas
irradiadas por una estrella de neutrones sobre la materia y el medio
interestelar que la rodea.
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